miércoles, 18 de enero de 2012

ACTUALIDAD: UN RETO PARA EL SEMINARIO por Marco Antonio Burgos

ACTUALIDAD: UN RETO PARA EL SEMINARIO
Por Marco Antonio Burgos
En una sociedad tan inconstante y “liquida” como la describe el sociólogo Zygmunt Bauman, la Iglesia juega un papel importantísimo ya que es como un recipiente que la contiene. Por ello el  Seminario , parte de este líquido, es fundamental para la consolidación de la Iglesia, en él se forman los futuros sacerdotes, guías de la sociedad.
El Seminario es promesa de renovación en la Iglesia porque la juventud aporta nuevas ideas, enriquece con un nuevo sentir y un nuevo pensar. Sin embargo, es importante que no se deje empapar de esta modernidad. Junto con la Iglesia, el  Seminario  debe permanecer firme ante las nuevas corrientes que de algún modo podrían ir en contra del ideal de Cristo escrito en los evangelios.
El  Seminario, sobre todo el Menor, corre el riesgo de quedar sumergido en esta sociedad ya que en el converge la juventud llena de las tendencias de la sociedad, tendencias muchas veces consumistas, materialistas e inmersas en el ruido.
El  Seminario  Menor busca formar no sólo a jóvenes destinados al sacerdocio, sino también jóvenes capaces de enriquecer a la sociedad con valores cristianos que permitan ser luz  que guie al mundo a la casa del Padre.
Esta tarea corresponde en parte a los padres formadores, ellos ayudan al joven  en el descernimiento de su vocación. Si vemos al seminarista como un diamante, los formadores son quienes le van a dar forma al pulirlo y depurarlo, principalmente con la ayuda d ela gracia, hasta plasmar en el joven el rostro luminoso de Cristo .
La labor formativa no compete sólo a los sacerdotes, también debe ser iniciativa del propio seminarista que, como dice la exhortación  Pastores Davo Vobis del beato Juan Pablo II, debe buscar la autoformación sin reducir al mínimo sus esfuerzos, con miras a ser un hombre más preparados ante las adversidades y los retos de una nueva sociedad. Aún más, cada seminarista debe ser protagonista en su propio proceso vocacional.
En el  Seminario  Menor, tanto sacerdotes como seminaristas, trabajamos cuidando de las cuatro dimensiones que conforman una auténtica formación cristiana: humana, espiritual, intelectual y pastoral.
Dimensión  humana: en mi opinión, junto con la dimensión espiritual, es el área más importante ya que primero somos humanos antes de ser cristianos. Es esta dimensión el reflejo de nuestro interior, por eso está muy unida al dimensión espiritual, además no podemos aspirar a lo trascendental olvidándonos de aquellos que nos rodean. Es necesario trabajar la dimensión humana a través de la convivencia del día a día con nuestros compañeros tanto seminarista como alumnos del colegio P. Javier Esparza, ya que debemos ser imagen de Cristo para la juventud que nos rodea. Esta dimensión nos hace firmes contra el individualismo, el materialismo y otras costumbres modernas que buscan la satisfacción del propio “yo”, es por medio de esta dimensión que somos capaces de ponernos en el lugar del otro y nos llama a ayudarlo saliendo de nosotros mismos. La formación humana nos muestra como debe ser nuestro comportamiento para poder ser ejemplo de Jesús. Un Jesús que, si bien, fue motivo de escándalo, lo fue bajo el estandarte del amor al prójimo.
Dimensión espiritual: un área fundamental para todo ser humano, ya que está condenado a buscar lo trascendental. Al venir de una sociedad donde la experiencia de fe es mínima, es una dimensión difícil de trabajar ya que en ocasiones la rigidez del horario nos hace caer en la rutina. Pero cuando el horario se cumple con devoción es una diaria renovación de las promesas de Dios para con su pueblo. Creo que esta dimensión es pilar en la vida de todo cristiano comprometido con su vocación ya que es fuente de la fortaleza enviada por Dios a través de su espíritu. En el  Seminario  Menor es vital esta dimensión ya que forma hombres de Dios, hombres que ya sea como sacerdotes o laicos van a llevar con su testimonio la palabra de Dios.
Dimensión intelectual: un área sin duda importante, ya que esta sociedad no se conforma sólo con expresiones como “Dios existe”, sino que necesita argumentos que muestren la plausibilidad de la existencia de Dios. El estudio de la creación de Dios nos ayuda conocerlo. El mundo necesita sacerdotes santos y sabios, de poco sirve un sacerdote santo que no sabe guiar a su pueblo, por eso es importante esta dimensión ya que se espera mucho de alguien que manifiesta haber estado en un  Seminario, sea o no sacerdote, por ello debe comprender lo mismo a un físico como a un albañil, a un biólogo como a una ama de casa, a un licenciado o doctor como a un obrero.
Dimensión pastoral: esta viene a ser el resultado y la aplicación de las tres dimensiones anteriores ya que nadie da lo que no tiene. El  Seminario  te prepara espiritual, humana e intelectualmente, pero no te da esta preparación para que seas como un  candelabro debajo de la mesa sino para que alumbres a todos los de la casa. Tal vez no estemos lo suficientemente preparados para dar grandes sermones o escribir documentos importantes, sin embargo el  Seminario  Menor te da las pautas para ayudar al prójimo más cercano ya sea un amigo o compañero que tenga problemas tanto académicos como familiares o emocionales.
El  Seminario  Menor es muy importante y necesario no solo para formar desde adolescentes a los futuros sacerdotes, sino para crear cristianos que realmente vivan conforme a lo que Cristo quiere. Esta  casa nos ayuda a madurar y a decidir qué es lo que queremos para nuestra vida bajo la luz del pensamiento Divino.
En mi experiencia puedo constatar que el  Seminario  Menor cambia la perspectiva de los jóvenes que pasa por aquí, ya que me tocó la experiencia de tener compañeros que entraron siendo un  tanto desastrosos y a pesar de que no siguen en la institución, ésta les ayudo a ver la vida de otra manera un poco con mas madurez y con la certeza de que tienen un Dios amigo, al que en muchos de los casos no conocían realmente. Muchos seminaristas, de ser muchachos que no se interesaban por los estudios o por el respeto a las autoridades, después de vivir la experiencia del  Seminario  son jóvenes con metas y cuentan con lo necesario para alcanzarlas y si bien, no siempre son los mejores académicamente, si son mejores que antes de que entraran al  Seminario. Los seminaristas son personas de caridad y calidad humana, en buena parte gracias a esta casa de formación.

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